sábado, octubre 21, 2006

Montaña.



Salió de la regadera con el sonido del celular.
Corrió a la habitación absolutamente empapada, con el corazón en la boca para alcanzar a contestar… pese al día radiante fuera del ventanal desde las alturas, tenía una sensación de mal presagio desde que abrió los ojos sumida la alborada dorada.

Sensaciones. De esas que se presumen absurdas porque no tienen mayor explicación que el alma oprimida y a la espera… de que algo suceda para tener la certeza del previo aviso ensordecedor que la inundaba dejándola inactiva.

Llamada de mamá.

Sin minutos para devolverle el llamado… Se vistió a toda prisa y pidió el teléfono. Un minuto de conversación bastó para saber que, una vez más, el huracán amenazaba con derrumbar la casa.

Y ahora, nuevamente frente al ventanal, intenta escribir algo coherente para jugar a las sangrías de antaño… Tantas veces intentó luchar contra la misma montaña!; meses para entender que no se pelea contra ella, que solo se camina bajo el Astro Rey y la Doña Plata hasta que deja de parecer hostil… que basta expulsar lo que acaece desde el pecho en el papel para que la montaña vuelva a ser tierra y todo vuelva a la calma.

Y mamá le dice que siga trabajando en sus asuntos de la práctica… que no se preocupe. Ella observa la montaña, coge el papel y sumerge, en estos instantes, la pluma en la tinta.

Aun no aprende a separar mundos, solo a disolver montañas.

…I'm gonna let it go…

Canción del Momento: Lithium de Evanescence.

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