lunes, mayo 14, 2007

Rapunzel.

Este escrito no es nada sin este grandioso tema de Etta James. Play?



¡¡¡Rapunzel se cortó el cabello!!!. Así, de sopetón. No le preguntó ni a su almohada!

Estaba cansada de que su príncipe fuera un cobarde empedernido. ¿Por qué siempre tomaba el camino mas simple trepando por su cabello en vez de enfrentar a la malvada hechicera?. Seguramente la espada la tenía de adorno en sus pantalones!.

Recién ahora ella se percataba que poseía gran parte de la culpa por permitirle dicha conducta… Jamás le dijo directamente “Me duele horriblemente que subáis por mi cabello” o “Me hacéis enorme daño cuando jaláis de él como si fuese una cuerda de campo”. Para que decir de “explicarle” que la torre donde ella se encontraba, tenía una enorme y segura escalera de caracol por la que podría subir si burlaba a la hechicera!.


Qué bruto! ¿Cómo se percataba de sus lágrimas?! Él juraba, panza al piso, que se emocionaba de verlo! Tras cada visita, ella sufría de un espantoso dolor de cuello que la forzaba a recostarse por días completos!

El animal no era él! Lo había sido ella por mucho tiempo!
Pero no más!

En todo caso, pensó sulfurada ¿Qué futuro monarca subiría por el cabello de su amada torturándola macabramente?! Ah?!

Indignada como estaba un día pensando en todo esto, cogió una tijera de plata y emancipó su cabello sin dudarlo un segundo. ¡Qué liviana se sentía! De haberlo sabido antes, pensó mientras se observaba al espejo, hasta hubiese estado dispuesta a ser calva!

Se sentó en la cama meditando todo lo que había vivido cuando una idea la hizo ponerse de pie de un salto:

¿Por qué diablos no utilizaba ella la escalera para descender y recorrer el mundo que siempre observaba desde lo alto?
Claramente su príncipe no valía ni dos puñados de maíz así que… Por qué esperarlo? "Quien no puede lo menos, no puede lo mas".

Bajó corriendo los peldaños con un ínfimo bolso a cuestas y la tijera de plata en la mano. Acercándose a la puerta de entrada respiró profundo y escuchó atenta cualquier señal de la malvada hechicera. ¡Seguramente la fortuna le sonreía pues ni rastros habían de ella!. Abrió la pesada puerta de madera forzando la cerradura con las tijeras de plata y, sin medir sus ansias o el peligro, corrió hacia los cultivos sintiendo solo su corazón en los oídos.

¡Era libre de la hechicera!
Estaba en la tierra! Al fin! Se detuvo unos segundos y comenzó a saltar a pies juntillas comprobando lo maravilloso que se sentían las hojas otoñales rozando su piel.

Y…
El príncipe?
Casi lo olvidaba… O, lo había olvidado ya?

Retomó su carrera alocada entre las coles y las zanahorias absolutamente sonriente. Como dicen por ahí, hay mas peces en el mar! Y es ahí donde ella deseaba estar.

Canción del Momento: Payback de Etta James. Este mini escrito no hubiese sido nada sin esta maravillosa mujer!


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