martes, enero 05, 2010

Siempre hay más!

que es tarde. Sé que debería ir a buscar a Morfeo en vez de desparramar letras pero ha sido un día agotador y necesito drenarme.

Me siento atascada, con las palabras quemando mi garganta; mil cosas que no puedo decir en temas ajenos a la práctica. Mil cosas que debo callar hace semanas porque debo seguir funcionando. Y ese maldito sexto sentido que no calla, que insiste en mandar señales de alerta en todo evento el que me tiene enervada las 24 horas del día. Pero guardo silencio y es ese pequeño gran detalle el que me tiene intoxicada.

Silencio.


Sonríe.

Y si alguien te pregunta, solo responde que estás cansada.

Esas son las órdenes de mi gran cerebro que jura a pies juntillas que, con esos pasos, se arregla el mundo.


La verdad es que no quiero más “yupiee”. No sirvo para callar. La cara de Póquer no va conmigo. Y siento que llego a casa cargada de malas vibras. La ducha de noche pasó de ser un hábito relajante a una necesidad de primer orden. Si pudiera, me iría a una isla desierta porque el ser humano a veces apesta.

Molida es poco. Y van a ser las 3 de la mañana y pienso a qué hora debo levantarme mañana –hoy- para hacer todo lo que tengo pendiente. No quiero más. Respiro profundo y me sugestiono de que en unas horas más todo será diferente. Para mejor.

Siento utilizar el blog de descarga pero es mi terapia. Aquí dejo lo malo y duermo tranquila (cuando logro dormir…) Al menos me ahorro al psicólogo. Punto a favor!

En noches como hoy me pregunto cuánto pesa mi alma, cuánto me conocen los que me rodean, si mi respirar en este mundo lo ha alterado en un grado mínimo. Si llego a otros, si soy relevante, si peso más que un paquete de cabritas.

No sé las respuestas. Tal vez es porque últimamente he conocido a tantas nuevas personas y he abierto el corazón más de la cuenta que me siento más desnuda ante los cuestionamientos de cómo actúo o mi forma de ser.

Hoy lloré de impotencia.


De angustia.

No sé por qué ya no lloro de pena. Hace tiempo que no consigo llorar para drenar tristeza. Ahora que lo pienso… no sé ni cómo la libero ahora. Creo que con cigarros mientras me quedo con los pies descalzos sobre el pasto en el jardín o intentando borrarla en la piscina y/o ducha cuando hace mucho frio. El agua me relaja lo suficiente como para sentir que se llevó todo por el drenaje.

Ahora mismo necesito una muy larga!

Dicen que el ser humano jamás termina su proceso de aprendizaje pero hay muchas lecciones que preferiría aprenderlas por libro y no en carne propia.


Canción del Momento: Sin tema... ¿Los grillitos del jardín cuentan?

No hay comentarios.: