domingo, septiembre 27, 2009

En casa de herrero...



La verdad, no sé bien cómo escribir todo lo que me gustaría contar. O más bien, todo lo que puedo contar. Llevo días intentando resumir que ha pasado conmigo – muy ególatra de mi parte decir esto, como si a alguien le importara mucho qué diablos pasa en mi vida- pero la verdad es que las palabras no fluyen. O no al menos cuando, tras escribir y desahogarme, me largo a censurar hasta las comas por ser “extremadamente invasivas en mi esfera personal” (y también a otras esferas personales pertenecientes a terceros que seguramente no estarán nada felices de ser mencionados… aunque ganas, en algunos casos, no me faltan.)

Si puedo decirles que, tras mi extenso post anterior, el Señor X me sorprendió ese mismo día en la noche en mi casa. Que se bajó del auto envuelto en esa extraña lluvia del 21 de septiembre bienvenida-loca-primavera , se aproximó con paso firme
hacia mi diciendo “¿Creíste que te iba a hacer esperar dos semanas? ¡Quiero pololear contigo!” y lo siguiente que sucedió ¡¡¡Fueron los mejores besos de mi vida!!! Así, sin previo aviso, con mis ojos hinchados de tanto tragarse las lágrimas, con la peor facha en la que probablemente me ha visto, tuve mi escena de película. ¡Tuve un final feliz!

El problema es que nadie te cuenta -ni te muestra- qué viene después de los increíbles y deliciosos besos de película. Porque, en mi caso, fue volver a terminar a la mañana siguiente. ¿Ven que los de Arriba tienen humor negro? No les revelaré los motivos pero si les aseguro que a la mañana siguiente de mi sesión de besos de película, tras llegar de salir a correr – debería haber sospechado que algo iba mal si tenía ganas de salir a correr antes de las 8 am!!! Yo que siempre decía que no correría ni por una suscripción anual al Starbucks- terminamos nuevamente la relación.
Lo quiero, me quiere pero simplemente no podemos estar juntos. Y ya creo que esta vez es definitivo.

Miércoles.


Jueves.


Viernes.


Sábado.


Domingo.

Definitivo ¿no?

Pero, como no es suficiente entretención para la Azotea engatusarme con esos fantásticos besos, lo de pololear y que todo fuera románticamente el 21 de septiembre para luego terminar al día siguiente abruptamente y de sopetón
, me asignaron mi Práctica Legal. Ya saben, ese lindo periodo de 6 meses en que trabajaré gratis para el país. Ni almuerzo, ni plata para movilización me otorgan pero yo tendré que llevar 120 causas porque… realmente aun me pregunto el por qué. Supongo que pagarnos por algo que podemos hacer gratis sería una estupidez ¿no? Así que mañana parto mi práctica oficial, mi hermoso periodo de esclavitud, por 6 meses. Corrección: 6 magníficos y relajados meses.


Lo bueno: como no tendré tiempo ni de comer bajaré aun más de peso. Lo malo: es una lista interminable así que me la reservaré para no parecer extremadamente amargada… aunque lo estoy.

Aparte de todo lo dicho, tengo miedo a fracasar. Porque esto no es como en la Universidad donde, si fallaba yo, recibía una mala nota y fin, eso era todo. ¡Aquí hay vidas involucradas, familias completas! Si lo hago mal lo menos relevante será mi mala nota en mi conciencia.

No sé qué sorpresas me traerá la rueda de la fortuna esta nueva semana. Solo espero que sean buenas ¿Saben? Realmente tengo miedo de no saber hacer bien las cosas y, de otra parte, no quiero dejarme arrastrar por la pena que a ratos me ha invadido la semana que termina. Tengo que ser “hombre” y separar esferitas para que lo emocional no dañe lo laboral… aunque técnicamente, si ni puedo optar a una coca light y una manzana por meses de esfuerzo, no es trabajo ¿cierto? Solo una situación de esclavitud moderna amparada en un bello marco que lo vuelve legal. Y yo… yo no soy más que una de las tantas y tantos proyectos de abogados que tenemos que soportar una carga de esta índole cuando a futuros profesionales, de otras carreras igual de útiles para el país, no se les pide ni un suspiro.

En casa de herrero, cuchillo de palo. Nada más que decir excepto tal vez, que me deseen suerte.

Canción del Momento: Low Man’s Lyric de Metallica.

Por los recuerdos, por lo que fue y no pudo ser desde hace muchos años. Este tema me ronda demasiado hace unos días. Me cuestiono si las cosas, si tal vez yo estaría en otra situación si terceros hubiesen tomado otras decisiones en el pasado. Si él hubiese tomado otra decisión… Estúpido ¿no? Nada cambiará el presente efímero de mi existencia.

lunes, septiembre 21, 2009

Duele.

Nunca había terminado con alguien. Duele mucho.

Nunca le había dicho a nadie que no me hablara (al menos por un medio de comunicación específico) y dolió más aun.

Nunca me habían dicho “Adiós” de esa manera. Sentí que mi corazón dejó de latir.

Lo peor de todo es que no terminé porque no lo quisiera…! Realmente lo adoro!!! Pero las cosas no podían continuar como estaban porque me estaba flagelando. Cerré la puerta. Y realmente no creo que él desee tocarla porque implica hacer algunos cambios que no creo que esté dispuesto a realizar. No sé si me va a extrañar, no sé qué fui para él.

Quiero un abrazo! Quiero que alguien me deje inconciente.

No puedo llorar. Últimamente, cada vez que algo me duele, solo dura por unos minutos y luego caigo en un estado de somnolencia. Como si estuviese durmiendo, como si todo esto fuese un mal sueño. ¡Qué tristeza saber que esto es real, que no sonará el despertador y estará todo bien!

Creo que no di a entender bien el trasfondo cuando le dije que no quería que me hablara por dos semanas; necesito ese tiempo para hacerme cargo de mi decisión. No creo que se la juegue por mí y yo no puedo, de la noche a la mañana, pasar a ser nuevamente su amiga ¡Como si nada hubiese ocurrido cuando me muero de ganas de regalonearlo, de morderle la oreja, de atraparlo en un baño, de contarle alguna tontera que pasé en mi día! ¡No puedo hacerlo aún! Y me da rabia no poder hablar con él porque lo extraño!!! No puedo. No aún.
Me siento tan mal por ello!!!! Tal vez no debería haberle dicho que no me hablara por gmail, tal vez sola, con el tiempo, se me hubiese pasado. Ya no sé si hago bien o hago mal cuando tomo decisiones respecto a él pero mi cabeza grita que decidí estar sola.


¡SO – LA!

Ahora debo hacerme cargo de mi decisión. Porque probablemente no quiera hacer cambios. Estoy bastante segura que no se la jugará por mí y estas semanas las necesito hacerme esa idea. Asumir que estoy sola. Más bien, asumir que no estamos juntos. Sola no estoy.

Solo ha pasado un día desde que tomé la decisión y siento que han sido meses. Y sé que está enojado, que seguramente tenía la idea de que si terminábamos seguiríamos hablando por gmail como todos los días. Como amigos. Pero yo tomé una decisión, hay cambio de circunstancias, al menos por un tiempo en que me adapte a la idea de que ya no está conmigo. La rutina de hablar durante el día por gmail tiene que parar porque hasta para saludarlo se me escapan mis viejas costumbres! ¿Cómo despedirme sin poner al menos “un beso”, un “te quiero mucho”?

No puedo dejar de quererlo inmediatamente.

No puedo llorar, no sé por qué cresta se me inundan los ojos de lágrimas y no se escapan por mis mejillas. Es como si volviera a absorber mi propia pena, una y otra vez. Así ya llevo tres malditos días.

Esto debería ser más fácil. Más bien, desearía que fuera más fácil porque en verdad no debería serlo. Y de seguro ahora se conectara por alguna otra cuenta o simplemente me eliminará porque tengo la sensación de que se molestó. Que no volverá.

Y me siento una idiota.

Mi cerebro replica constantemente que si no me busca es porque no le interesa que sea parte de su vida. Tal vez es su forma de demostrarme que acepta la decisión y que está bien con ello. Y yo tengo que dejarlo partir; una cosa es decirle que terminamos y otra asumir que ya no habrá nada más.

Pero ser amigos de antes dificulta la transición. Y me siento desorientada, con ganas de quebrarme para sacar todo lo que tengo adentro. Sé que soy fuerte pero necesito llorar.

Quiero dormir. Que alguien me duerma y me despierte en dos semanas porque no quiero sentir más, no quiero pensar más, no quiero herirlo. No quiero torturarme pensando que, de no haber abierto mi linda boquita, él estaría aun aquí porque sé que no es cierto. Al menos mi parte racional lo sabe y mi parte emocional esta enfurecida con todo esto!

Duele saber que no se la juegan por ti.

Dolerá más, supongo, que no lo haga aun sabiendo que tiene la posibilidad.

Me duele no haber dado un último beso memorable.

Me duele dejarlo partir.



Y tengo ganas de decirle que lo siento tanto… Nunca quise herirlo.

Nunca quise herirte.

Canción del Momento: No hay música.

miércoles, septiembre 02, 2009

Odio.

¿Por qué no puedes odiar a aquello que te daña?


¡Sería tan asombrosamente simple! Pero no puedo.

Maldita película L'ultimo Bacio!!!. Me quedé pensando, a raíz de una de las escenas finales, que realmente no puedo odiar aunque me haga daño. Y apesta.



Canción del Momento: Solo la Lluvia.