La verdad, no sé bien cómo escribir todo lo que me gustaría contar. O más bien, todo lo que puedo contar. Llevo días intentando resumir que ha pasado conmigo – muy ególatra de mi parte decir esto, como si a alguien le importara mucho qué diablos pasa en mi vida- pero la verdad es que las palabras no fluyen. O no al menos cuando, tras escribir y desahogarme, me largo a censurar hasta las comas por ser “extremadamente invasivas en mi esfera personal” (y también a otras esferas personales pertenecientes a terceros que seguramente no estarán nada felices de ser mencionados… aunque ganas, en algunos casos, no me faltan.)
Si puedo decirles que, tras mi extenso post anterior, el Señor X me sorprendió ese mismo día en la noche en mi casa. Que se bajó del auto envuelto en esa extraña lluvia del 21 de septiembre bienvenida-loca-primavera , se aproximó con paso firme hacia mi diciendo “¿Creíste que te iba a hacer esperar dos semanas? ¡Quiero pololear contigo!” y lo siguiente que sucedió ¡¡¡Fueron los mejores besos de mi vida!!! Así, sin previo aviso, con mis ojos hinchados de tanto tragarse las lágrimas, con la peor facha en la que probablemente me ha visto, tuve mi escena de película. ¡Tuve un final feliz!
El problema es que nadie te cuenta -ni te muestra- qué viene después de los increíbles y deliciosos besos de película. Porque, en mi caso, fue volver a terminar a la mañana siguiente. ¿Ven que los de Arriba tienen humor negro? No les revelaré los motivos pero si les aseguro que a la mañana siguiente de mi sesión de besos de película, tras llegar de salir a correr – debería haber sospechado que algo iba mal si tenía ganas de salir a correr antes de las 8 am!!! Yo que siempre decía que no correría ni por una suscripción anual al Starbucks- terminamos nuevamente la relación.
Lo quiero, me quiere pero simplemente no podemos estar juntos. Y ya creo que esta vez es definitivo.
Miércoles.
Jueves.
Viernes.
Sábado.
Domingo.
Definitivo ¿no?
Pero, como no es suficiente entretención para la Azotea engatusarme con esos fantásticos besos, lo de pololear y que todo fuera románticamente el 21 de septiembre para luego terminar al día siguiente abruptamente y de sopetón, me asignaron mi Práctica Legal. Ya saben, ese lindo periodo de 6 meses en que trabajaré gratis para el país. Ni almuerzo, ni plata para movilización me otorgan pero yo tendré que llevar 120 causas porque… realmente aun me pregunto el por qué. Supongo que pagarnos por algo que podemos hacer gratis sería una estupidez ¿no? Así que mañana parto mi práctica oficial, mi hermoso periodo de esclavitud, por 6 meses. Corrección: 6 magníficos y relajados meses.
Lo bueno: como no tendré tiempo ni de comer bajaré aun más de peso. Lo malo: es una lista interminable así que me la reservaré para no parecer extremadamente amargada… aunque lo estoy.
Aparte de todo lo dicho, tengo miedo a fracasar. Porque esto no es como en la Universidad donde, si fallaba yo, recibía una mala nota y fin, eso era todo. ¡Aquí hay vidas involucradas, familias completas! Si lo hago mal lo menos relevante será mi mala nota en mi conciencia.
No sé qué sorpresas me traerá la rueda de la fortuna esta nueva semana. Solo espero que sean buenas ¿Saben? Realmente tengo miedo de no saber hacer bien las cosas y, de otra parte, no quiero dejarme arrastrar por la pena que a ratos me ha invadido la semana que termina. Tengo que ser “hombre” y separar esferitas para que lo emocional no dañe lo laboral… aunque técnicamente, si ni puedo optar a una coca light y una manzana por meses de esfuerzo, no es trabajo ¿cierto? Solo una situación de esclavitud moderna amparada en un bello marco que lo vuelve legal. Y yo… yo no soy más que una de las tantas y tantos proyectos de abogados que tenemos que soportar una carga de esta índole cuando a futuros profesionales, de otras carreras igual de útiles para el país, no se les pide ni un suspiro.
En casa de herrero, cuchillo de palo. Nada más que decir excepto tal vez, que me deseen suerte.
Canción del Momento: Low Man’s Lyric de Metallica.
Por los recuerdos, por lo que fue y no pudo ser desde hace muchos años. Este tema me ronda demasiado hace unos días. Me cuestiono si las cosas, si tal vez yo estaría en otra situación si terceros hubiesen tomado otras decisiones en el pasado. Si él hubiese tomado otra decisión… Estúpido ¿no? Nada cambiará el presente efímero de mi existencia.
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